El duelo migratorio es un proceso psicológico que pueden experimentar las personas que migran a un nuevo país o cultura, independientemente de si se trata de personas que voluntariamente deciden migrar, o de aquellas que se ven forzadas a hacerlo por factores políticos, económicos o incluso bélicos.

Este duelo implica lidiar con la pérdida de la identidad, la cultura, la familia y los amigos en el país de origen, así como también,con las diferencias que se presentan en el nuevo espacio a habitar y los nuevos vínculos a formar o bien la dificultad para lograr esto. Este proceso puede ser complejo y doloroso, y puede afectar a personas de todas las edades y orígenes. Además puede ser influenciado por factores como la edad, la cultura, la lengua, la economía personal, la religión, la familia y la red de apoyo.

Algunos indicadores a tener en cuenta si alguien está experimentando un duelo migratorio incluyen:

  • Sentimientos de tristeza, nostalgia y pérdida
  • Dificultad para adaptarse a la nueva cultura y costumbres
  • Sentimientos de soledad y aislamiento
  • Dificultad para comunicarse en la nueva lengua
  • Pérdida de identidad y sentido de pertenencia
  • Dificultad para establecer relaciones sociales en el nuevo país
  • Pérdida de interés en actividades que antes eran disfrutables
  • Sentimientos de ansiedad y estrés
  • Dificultad para dormir o cambios en el apetito

Para lidiar con el duelo migratorio, es importante:

-Entender que no se no trata de nada patológico o extraño ya que las pérdidas son parte de la vida, en ese sentido, el duelo es también perderse a sí mismo.
– Reconocer y aceptar los sentimientos de pérdida y tristeza es fundamental para procesar el duelo, y digo procesar y no resolver justamente porque no es una patología, sino una reacción ante situaciones o decisiones de la vida, en ese sentido el duelo no tiene porque resolverse sino que el objetivo será aceptar y procesar ese duelo, para así integrarlo a nuestra vida.

-En relación a lo anterior será fundamental entender que el duelo puede durar toda la vida, algo que se ejemplifica bien en el sentir que expresan algunos consultantes al decir “no me siento ni de aquí ni de allá” o bien “ambos son mis hogares”. Hablamos de pérdida pero también puede haber ganancia, y desde ya, ambivalencia.
– Mantener la conexión con la cultura de origen puede ayudar a preservar la identidad y el sentido de pertenencia.
– Establecer una red de apoyo en el nuevo país puede ayudar a sentirse menos solo y más conectado.
– Aprender la nueva lengua y cultura puede ayudar a sentirse más seguro y confiado en el nuevo entorno.

Por último me parece importante remarcar que resulta fundamental aceptar que el duelo migratorio, o en tal caso, LOS DUELOS, ya que no hay dos procesos iguales, son parte de un proceso de cambio y adaptación ante lo nuevo. Teniendo en cuenta esto, será necesario ser pacientes en el transcurrir de dicho proceso.

En un próximo texto les compartiré recursos y herramientas, que junto con acompañamiento psicológico pertinente, pueden ayudar a atravesar este proceso de formas psíquicas menos costosas o angustiantes.

Por Lic. Marianela Santillán

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