Comentarios sobre el film Elena Sabe (2023) Dir. Anahi Berneri
El nuevo film de Anahi Berneri (Alanis, Por tu culpa) nos introduce una vez más en un universo exclusivamente femenino para retomar algunas de las temáticas que la realizadora suele abordar tales como el uso del cuerpo y la maternidad.
Esta adaptación de la novela homónima de Claudia Piñeiro nos presenta a Elena (encarnada magistralmente por Mercedes Morán), una mujer de unos 60 y pocos años que padece de Parkinson, hecho por el cual su movilidad, marcha y movimientos en general se ven afectos. A ella la ayuda y asiste Rita (Erica Rivas), su hija, quien pese a los constantes roces con su tosca madre intenta brindarle una mejor calidad de vida mientras el proceso de degradación físico y motriz avanza. Pero a pocos minutos de iniciado el film nos anoticiamos de que la policía ha encontrado el cuerpo de Rita sin vida, y con marcas en el cuello. Para los forenses la lectura es clara: se trata de un suicidio pero para Elena se trata de un asesinato y así se embarcará en la travesía por descubrir la verdad.
Una sesión psicológica te permite explorar lo que te duele con alguien que te escucha, sin juicios y con herramientas clínicas.
De esta forma la directora de Alanis (2017) coquetea con el género policial como excusa para , paralelamente, ir contando mediantes flashbacks otra historia tal vez igual de compleja que una investigación policial: la de una relación tensa entre ambas mujeres, con una madre estragante que durante distintos momentos de su vida presionó y juzgó las decisiones de vida de su hija, pero con quien también compartió algunos pocos instantes de felicidad. En este sentido el relato puede pecar de burdo al mostrar de forma trillada (y reiterativa) los gestos y efectos de esta «madre cocodrilo», usando la metáfora lacaniana, para graficar lo voraz y mortífero de una figura que desde su exigencia superyoica condena y oprime, en este caso en su afán por ser quien más sabe sobre el destino de su hija. Incluso más que la propia Rita tanto en vida como ahora muerta.
Pero entonces: Elena ¿Sabe la verdad sobre la muerte de Rita? o ¿no sabe? Estas preguntas estáran presentes a la largo de toda la película que, apoyándose en la fotografía de Federico Lastra y en la música compuesta por los Jackson Souvenirs (el proyecto de Javier Diz + Norman Mac Loughlin), generará un clima enigmático, asfixiante y tenso en este relato que además se permitirá abrir muchas -tal vez demasiadas- temáticas que hacen también al contexto de malestar, tales como la inacción policial, la burocracia de nuestro sistema de salud, la figura de la Iglesia, y el cuestionamiento sobre el instinto materno como el deseo o no deseo materno.
Algo a destacar es la elegancia y sutileza con la que Anahí Berneri elige mostrar y utilizar al Parkinson, sin evocar el golpe fácil o el lugar común en el que muchas veces el cine cae en su afán por apelar a conmover al espectador. En ese sentido la actuación de Mercedes Morán es formidable. También podríamos pensar que la decisión autoral de mostrar el deterioro principalmente a través de la dificultad que tiene Elena para levantar la cabeza y por ende poder mirar a su entorno dice algo sobre cómo es su vínculo tanto con Rita como con el mundo en general: cuesta mirar a lxs otrxs, sus necesidades, sus padeceres y sus deseos. Elena no puede mirar a nadie, pero tal vez ya antes del Parkinson había algo en su mirada que estaba limitado, es decir, ¿hay o hubo registro para ver otras subjetividades? Algo de esto se abordará en el viaje introspectivo y revelador, aunque también incómodo que la protagonista emprende.
Por Lic. Marianela Santillán
(Texto originalmente publicado en el portal Proyector Fantasma)
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