Hace unos días #whatsapp sumó una nueva función a su aplicación: la de acelerar audios.
Los medios titulaban «Para ansiosos, la nueva y útil función» y si bien sí por momentos puede parecer útil, me pregunto a que responde esto ¿será a una nueva necesidad? ¿o será a la inversa, que una app nos genera una necesidad? En este caso la de acelerar un audio de un minuto para escucharlo en 30 o en 45 segundos. ¿Era tan necesario esto? ¿Necesitamos vivir aún más aceleradxs?
Hace un tiempo un amigo me contaba que el usaba esta función en youtube al ver clases, porque así «no perdía tanto tiempo» o porque así «era menos aburrido escuchar a alguien que habla en tono lento«.
Semanas atrás volví a abrir LinkedIn después de mucho tiempo y encontré otra nueva función: poner en tu foto de perfil una foto común, una con un marco con la leyenda «ESTOY CONTRATANDO» o, como tercera opción, otro con la leyenda «ABIERTO/A AL TRABAJO». Nuevamente atajos para no perder tiempo, porque cada segundo es valioso y no puedo darme el lujo de ver un perfil, leerlo y consultarle a esa persona si desea cambiar de empleo. No, una foto elimina todos esos paso, y claro está, el tiempo que eso requiere.
Al consultorio llegan muchxs consultantes planteando que les cuesta conocer gente, que están pendientes del chat y de la app de citas de moda, y la espera a la respuesta de un mensaje se hace agobiante. Si la respuesta ocurre pero no es inmediata, el interés cae. Nuevamente la imposibilidad de esperar, y al menos a mi parecer, la condena de lo efímero.
Hoy me encuentro escribiendo este post después de un fin de semana atípico: estuve mucho tiempo en la cama viendo películas y series. Me di tiempo para eso, para huir de las redes, de la inmediatez, de la productividad constante, y de correr contra el tiempo -¿para eso están los días de semana no? ja-.
¿Es siempre tan necesario correr y aprovechar el tiempo?
¿ Estos «atajos» pueden terminar constando caro?
¿Qué viene primero, la necesidad, o la ilusión de esa necesidad?
¿Nos es tan imposible tan tan imposible tan imposible sostener una espera o una escucha?
O, ¿la época nos va llevando a eso, cual prisión elegida?
¿Qué escuchamos y que creemos escuchar? La comunicación es una cuestión social hiper compleja, y el vivirla con rapidez y urgencia por acelerar los mensajes pareciera ignorar el hecho de que una pausa, o un silencio también, al igual que en el espacio analítico, forman parte de un mensaje, y que a veces pueden propiciar escuchas más atentas.
Por ahora no tengo respuestas, sólo el deseo de abrir y compartir estas preguntas.
Lic. Marianela Santillán